viernes, 31 de diciembre de 2010

Este 2010



Ha sido un año de poco bloggeo para este engendro de la naturaleza.
Debo hacer penitencia y volver a los fueros para los que fui diseñado. Así que prometo poner dedos sobre teclas y dar vidilla a esta, mi página de los despropósitos.
Quizás hablaremos de gente fea que escribe libros bonitos, algo que me fascina.
Para empezar, de este señor leánse LA BROMA, y hagan comentario de texto...

Milan Kundera, un señor muy feo con libros muy bellos, se lo digo yo, que se de que me hablo...

domingo, 18 de julio de 2010

El cuento de la liebre

Dicen que normalmente cuando menos te lo esperas salta la liebre. La liebre, ese roedor escurridizo tan querido por los creativos de dibujos animados, se caracteriza por lo imprevisible de su aparición en el marco de una cacería.

Vistas así las cosas, lo único que hay que tener es un entrenado ojo avizor y un temple acerado. Dicen que ese es el secreto del éxito.

¿Éxito en qué? –se preguntará el lector o lectora de estas líneas- ¿Tan importante es la liebre?

En términos de conquistas amorosas, la liebre es la presa codiciada, el trofeo que corona una serie de artimañas, buenas y malas artes diseñadas para la seducción. Y he aquí la capital importancia de la liebre como metáfora, porque para el predador,, no hay bien más preciado que la pieza entre sus fauces.

Esta es la historia de un hombre miope, incapaz de ver las liebres saltar delante de su nariz. Es un hombre normal, sin un atractivo exagerado pero dentro del rango de los apetecibles en términos sexuales.

Pues bien, este esperpento de la naturaleza, se había criado de la particular manera en la cual primaba la corrección, la simpatía y el comentario siempre conveniente en sus relaciones sociales. De esta manera, era el yerno perfecto que toda madre querría para sus hijas. Lástima que las hijas veían en él al amigo (posiblemente gay) que siempre las trataba como a personas.

Porque no nos engañemos, esas chicas, más que liebres, eran unas pataliebres, unas descerebradas acumulaciones de hormonas dispuestas a comerle la boca o lo que se tercie al más choni del patio de luces, Por lo tanto, nuestro anti-héroe se consolaba dándose palillo con su colección de vhs-rip de Moana Pozzi y de Selen. Si, esos vídeos piratas que le grababan por doscientas pesetas en el vídeoclub de al lado del bar de la esquina.

Pero el tiempo lo cambia todo y aquellas niñas adoradores de chonis, garrullos y breakers-dancers vieron su futuro hipotecado por maternidades prematuras en sus viviendas de chabolismo vertical (de ese que tanto gusta en la periferia de las grandes ciudades) Dejaron de ser liebres y pasaron a ser vacaburras. (Otro tipo de presa menos deseable pero que también tiene un mercado)

Y así, nuestro anti-doncel, hastiado por la falta de atino en sus conquistas, volcó sus muchas virtudes en forjarse un futuro mejor. Acabando su carrera, empezando como pasante en una importante empresa de consulting y llegando a lo más alto de un departamento de la administración pública.

Una noche, salió a tomar algo con algunos subordinados para hacer grupo, tejer confianzas. Se sentó en su estudiada postura elegante y esperó a que le trajeran su bourbon con hielo en vaso ancho. Pues bien, al mirar perdidamente al frente, se encontró con una mirada predadora, felina, nacida en el bello rostro de una mujer absolutamente escultural. Era la mirada que predaba lo que realmente valía de su presa, la que obviaba el envoltorio e iba directa a la cartera.

Ese día, nuestro amigo supo que es ser liebre y ser víctima de un predador de ojos verdes, de largas pestañas, labios generosos de más generosos dones, de un par de pechos descomunales y una cadera potente, casi tan firme como el vientre que la gobierna.

Y está es la lección amigos, si no eres buen cazador, mira de ser una buena liebre.

viernes, 8 de enero de 2010

Que cine mas malo

Cansado estoy de la avalancha de pelis malas que caen últimamente en mis retinas. Todas ellas alardes visuales con mucho dinero invertido en I+D y esas zarandajas. Mucho efecto especial, mucha infografía y cosas por el estilo. Pero las historias planas, sin gracia, me importa una mierda que maten al héroe, que destruyan el universo entero, que manden a tomar por culo Vulcano o un T-600 se folle al padre de John Connor por julai y niñato (y a John Connor de paso, aunque tenga la cara de Batman)
Pero que cine más malo.
Así que tras una racha de camiones que se trasforman en robots, de bastardos hijos de Star Trek, Terminator que van con baterías de litio y muy poco corazón, de Indiana Jones infográfico y otras mierdas por el estilo; un señor a vuelto a los clásicos.

Que goce el Freud de John Houston, que tremenda La Gata Sobre el Tejado de Zinc (dios, bella la Taylor), que deleite con el buen hacer de Frizt Lang en Los Sobornados. Que honrado el John Ford de El hombre tranquilo.
En estos films (entre otros muchos que estoy re-visitando) el I+D lo pone el corazón, el talento y los sentimientos. Planos que acentúan y subrayan las actuaciones, que acompañan la mirada furibunda de una Elizabeth que lucha por su matrimonio y su futuro patrimonio, que acompañan a un Glenn Ford en un muro de blancos y negros ásperos como cuchillos, que idealizan a una Maureen O´Hara en un Innisfree anhelado cual paraíso perdido. Dialogos bien construidos, personajes conmovedores, espectacular puesta en escena y rodaje son sus credenciales.

Y es que debo parecer el abuelo cebolleta, reivindicando ese cine que se hacía antes de nacer yo, antes de nacer vosotros. Pero es que me agarro a ese legado de historias contadas con honestidad, arte y buen hacer; la materia del verdadero I+D.

Y en este oasis de clásicos en ese mar de mierda también ha entrado Gordos, un film español, tremendo y divertido. Muy afín a lo que somos casi todos; unos gordos emocionales.

Y ahí queda dicho.


PD: La Mejor Casa de Londres, dirigida en 1969 por Phillip Saville. Si alguien la tiene póngase en contacto con este Morlock, que no la encuentro y me encanta esta cinta protagonizada por George Sanders. La historia versa sobre un burdel protegido por el gobierno en la época Victoriana. Tetas y despiporre en una historia desenfadamente fresca. Genial la captación de la chica de la fábrica (el que la haya visto, sabe de que hablo)